domingo, 21 de enero de 2018

ESTA ES LA PIEZA CLAVE EN LA BÚSQUEDA DE LA ATLÁNTIDA

Se desenterró la enigmática Piedra de Cochno escocesa para escanear sus sorprendentes petroglifos.

 



En este canal ya he hablado sobre varios petroglifos impresionantes, muchos de los cuales en vez de aclarar el tema, nos han generado aún más dudas, por ejemplo tenemos el video de la roca de inga que está en Brasil, de la cual aún no se tienen pruebas de peso para descifrarla, también está el vídeo que trata sobre la roca judaculla que más que un descubrimiento arqueológico se ha convertido en un rompecabezas indescifrable para muchos y mal entendido por otros, otro gran misterio que tuvimos el agrado de investigar aquí fue la roca wafle que por cierto tiene miles de teorías que circundan su existencia, teorías hechas por científicos y por aficionados a la arqueología y el misterio...




En fin como vieron, varios enigmas importantes son los que rodean a los petroglifos y hoy les traigo otro que sin duda, muchos de ustedes suscriptores y no suscriptores ya lo conocen, hablo de la piedra de cochno, Descubierta en 1887 por James Harvey, la Piedra de Cochno es considerada uno de los mejores conjuntos de petroglifos de Europa. Con sus docenas de espirales acanaladas, hendiduras grabadas, formas geométricas y dibujos misteriosos de todo tipo, la Piedra de Cochno, que se encuentra en el concejo de West Dunbartonshite, Escocia, está considerada la muestra más magnífica de toda Europa en cuento a grabados en piedra bajo la forma de cazoletas y anillos. Aun así, a lo largo de los últimos 50 años ha permanecido enterrada bajo varios metros de tierra y vegetación en un desesperado intento por protegerla del vandalismo y otros perjuicios.
La piedra, que mide 12,80 por 8 metros, fue descubierta en unas tierras de cultivo cercanas a lo que hoy es una urbanización, en las afueras de Clydebank (Escocia).
 La piedra se encuentra cubierta de petroglifos, con más de 90 hendiduras grabadas sobre su superficie, que hacen pensar a todo aquel que tiene el agrado de apreciarla tanto por fotos como en persona en el pasado.
Las marcas de cazoleta y anillos son una forma de arte prehistórico consistente en una depresión cóncava de no más de unos pocos centímetros de profundidad horadada sobre la superficie de una roca y a menudo rodeada por círculos concéntricos trazados asimismo sobre la piedra. Este tipo de decoración suele observarse en los petroglifos grabados sobre grandes rocas naturales y afloramientos rocosos, o en monumentos megalíticos como cistas de losas de piedra, círculos megalíticos y tumbas de pasillo. Se encuentran principalmente en el norte de Inglaterra, Escocia, Irlanda, Portugal, noroeste de España, noroeste de Italia, interior de Grecia y en Suiza. Sin embargo, también se han descubierto formas similares en otros lugares del mundo bastante alejados de Europa, como México, estados unidos, Brasil, la India y otros lugares que no recuerdo bien.

Las marcas de cazoleta y anillos de la Piedra de Cochno, que se cree que datan del 3.000 a. C. aproximadamente, están acompañadas por una cruz precristiana incisa en el interior de un óvalo y dos grabados con forma de huellas podomorfas, bueno y ustedes se preguntaran pero qué coño significa podomorfa, bueno tranquilo, las huellas podomorfas son aquellos petroglifos que tiene diseños parecidos a pies o dedos de pies así como estas, se entiende, bueno lo extraño aquí es que en cada una de estas huellas se observan únicamente cuatro dedos. Animales con cuatro dedos creo que no existen o no son muy conocidos, mucho menos si tiene formas iguales a nuestras manos o pies, este enigma hace que comunidad científica y porque no también la aficionada a lo desconocido se pregunte con referencia a quien o a que se hicieron estas tayas podomorfas…. Hasta ahora es todo un misterio. A causa del conjunto de petroglifos que presenta la Piedra de Cochno sobre su superficie, ha sido reconocida como de importancia nacional y designada Monumento protegido por la nación.
A principios de los años 60, la Piedra de Cochno fue reiteradamente violentada por vándalos, así como por la gente que simplemente caminaba por encima de ella. De este modo, en 1964 arqueólogos de la Universidad de Glasgow recomendaron enterrarla a fin de protegerla contra posibles daños en el futuro. Desde entonces, la piedra ha estado enterrada, y se encuentra en la actualidad cubierta de vegetación y rodeada de árboles.
Aunque el significado original de la Piedra de Cochno se perdió en la noche de los tiempos, se han presentado numerosas teorías planteando cuál podría haber sido su función en el pasado. Las hipótesis van desde un antiguo sistema de escritura hasta marcas con significados religiosos o espirituales, pasando por señales fronterizas, mapas estelares, simbología alienígena o simplemente diseños decorativos. Sí podemos trazar algunas líneas generales acerca de los lugares en los que se suelen encontrar este tipo de piedras grabadas y que podrían aportarnos algunas pistas sobre su propósito original. Muchos de estos petroglifos se encuentran cerca, o incluso forman parte de túmulos funerarios, que vinculan por tanto de algún modo estos símbolos con las prácticas funerarias y con posibles creencias relacionadas con los antepasados y el más allá. Estos dibujos también se encuentran grabados sobre menhires y círculos megalíticos, emplazamientos de los que se piensa que habrían ejercido una función religiosa o ritual en el pasado.


El investigador de la historia Alexander McCallum, quien ha presionado para conseguir que se desentierre la Piedra de Cochno, afirma que existen múltiples interpretaciones posibles para estos grabados:
“Algunos creen que la Piedra de Cochno es un mapa que muestra los demás asentamientos del valle de Clyde – esa es una de las teorías. Creo que probablemente se utilizó para muchas cosas; nunca se le dio un único uso, y a lo largo de cientos de años su función fue cambiando,” afirma McCallum. Y añade a continuación: “En cuanto a su simbolismo, hay quien cree que se trata de un portal de vida, muerte y renacimiento, un útero y una tumba – la gente creía en la reencarnación, de forma que tras ser enterrados saldrían de ahí nuevamente.” Es verdad… suena muy intenso pero tiene sentido ya que la gente en la antigüedad estaban digámosle muy sumergida en lo divino y lo espiritual, tomando cualquier acto extraño como un acto divino o una señal que tenía un significado.

Atendiendo estudos insitu tenemos que en los años 30 del siglo pasado el arqueólogo amateur Ludovic Maclellan Mann, consideraba que el arte rupestre poseía algún tipo de significado cosmológico. Y así, en un arrebato de excentricidad, se dedicó a pintar los anillos en blanco y los diferentes motivos de la Piedra en varios colores. Además, trazó una gran rejilla en amarillo por encima de los signos. De este modo, Mann trataba de encontrar algún patrón cosmológico que relacionara las figuras, pero no pudo llegar a ninguna conclusión. No obstante, aún en la actualidad algunos expertos no descartan que el conjunto de símbolos pudiera tener algún significado astronómico.

Pero ¿qué tienen de especial los signos grabados en la roca? ¿Por qué los arqueólogos están tan faltos de explicaciones? ¿Porque no se aventuran muchos más arqueólogos a lanzar más teorías que le den más sentido a este misterio? Este es realmente el quid de la cuestión y lo que ha llevado a sugerir las más variadas teorías e interpretaciones, que van de las visiones académicas “habituales” a los planteamientos propios de la arqueología alternativa, siendo algunos de ellos relativamente moderados, como los del ya citado Mann u otros más radicales, como los que han relacionado los anillos concéntricos con los famosos crop circles de la campiña británica, incluyendo de paso intervenciones extraterrestres.

Y para que no falte el tono misterioso, el investigador alternativo Wayne Herschel (especialista en arqueoastronomía) sospecha que hay otros motivos para mantener la Piedra bajo tierra. En concreto, piensa que esta operación podría tratar de ocultar un evidente mapa estelar, que incluiría constelaciones tan destacadas como Orión o las Pléyades, aunque no queda claro qué podría de haber de comprometedor en tal mapa (si es que en efecto es un mapa cósmico). No obstante, Herschel profundiza en una línea conspirativa y afirma que los grabados han sido retocados en la actual restauración, pues a su juicio no coinciden con lo que se ve en las fotos antiguas. Ese es otro punto a favor de las teorías conspirativas, porque realizar modificaciones cuando ya saben que hay fotos antiguas de la piedra en su estado original.

Como notamos nadie ha ido mucho más allá en este tema y realmente tampoco se han aportado pruebas sólidas que puedan sustentar una u otra interpretación. En todo caso, se aprecia una gran desconexión cultural y mental con el supuesto primitivismo de los antiguos y por ello se suele recurrir con frecuencia al magnífico cajón de sastre de la magia, los rituales, las creencias, etc. sin llegar a entender en el fondo cuál era la verdadera mentalidad –o nivel de conciencia– de esas comunidades.

Lo cierto es que todavía nadie ha sabido acercarse al simbolismo de esas figuras, pero su presencia en tantas culturas y en tiempos tan remotos sugiere que hace milenios tal vez existió una cosmología común para la Humanidad, sin que podamos determinar si fue fruto de un gran difusionismo o bien de fenómenos autóctonos idénticos.
Un elemento más a tener en cuenta es que este petroglifo se basa en unas hipotéticas conexiones entre el arte de las antiguas civilizaciones o las comunidades prehistóricas y el mito de la Atlántida. Como ya se ha comentado, los motivos de los anillos concéntricos aparecen en muchas culturas de varios rincones del planeta, pero es de destacar que en la Piedra Cochno algunas representaciones de estos anillos muestran un núcleo central  del que parte una línea recta o canal que atraviesa los anillos. ¿A qué nos recuerda esto?  Al ver este modelo, viene a la mente un tipo de decoración idéntica que podemos hallar en algunas antiguas cerámicas de la Península Ibérica. Y precisamente el investigador independiente Díaz-Montexano relacionó esta iconografía con la descripción platónica de la isla principal atlante, con su ciudadela rodeada de canales circulares de tierra y agua y su gran canal que comunicaba la ciudadela con el mar. A ello se debía añadir el descubrimiento de un poblado de la Edad del Bronce en Jaén, llamado Cancho Roano, que estaba estructurado en una serie de terrenos y fosos concéntricos.

Para Díaz-Montexano, este sería un indicio más que notable de que la Atlántida estaba en las cercanías de la Península Ibérica o que tendría una relación directa con la antigua cultura de Tartessos, en el sudoeste peninsular. De hecho, este investigador, como muchos otros a lo largo de décadas, se ha obsesionado con la literalidad de los diálogos platónicos y ha tratado de descubrir sobre el terreno las formas exactas –o al menos aproximadas– descritas por Platón. No obstante, la presencia de una simbología tan similar en un lugar tan distante como Escocia nos tendría que plantear dudas razonables sobre la correlación geográfica de estos trazados. ¿Es una simple casualidad? ¿O también los antiguos habitantes de aquella región nórdica tenían un conocimiento o recuerdo de la antigua (y perdida) Atlántida? Esa es una posibilidad, pero estamos aquí ante la vieja controversia de ubicar la Atlántida en algún lugar concreto de la Tierra, lo que ha derivado en opiniones y teorías para todos los gustos.

Naturalmente, esta visión no deja de ser una especulación más, pero a veces es preciso romper con los moldes establecidos para avanzar en las investigaciones. En este sentido, los análisis convencionales de estos petroglifos se han estancado en un callejón sin salida y no han aportado nada realmente convincente. Tal vez ya sería hora de plantear hipótesis más arriesgadas (de arqueología muy alternativa, si se quiere) que de alguna manera nos permitan salir de este paradigma tan dogmático que nos sigue insistiendo en la idea fija de que los antiguos eran primitivos, ignorantes y supersticiosos, y que no tenían un conocimiento científico de su entorno y del cosmos.



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